“Lo que más nos ata a la opinión y la visión que otros tienen de nosotros es el propio grado de desconocimiento que tenemos de las energías que manejan las riendas de nuestra vida. Así, hay personas que sentimos como que nos hechizan, porque parecen saber acerca de nosotros más que nosotros mismos. Por supuesto, esto es una ilusión, ya que el misterio de cada persona no es accesible más que al propio individuo, en cuyas profundidades yace la totalidad del cosmos y de la creación.”
Rosana Cueto Merayo
En astrología se suele describir el Ascendente como la puerta principal de nuestra entrada al mundo, ya que nuestro viaje de poder en este mundo se inicia de manera oficial cuando recibimos nuestro primer aliento y empezamos a respirar. La amplitud de nuestra respiración y nuestro nivel real de empoderamiento son directamente proporcionales a lo largo de toda nuestra vida, ya que nuestra respiración está alineada con nuestra vibración, autoestima y niveles de energía de forma tan directa como ineludible en todo momento. Cuanto más libremente respiramos, más poder sentimos fluyendo por nuestro ser.
Al ser lo primero que ven los demás de nosotros el Ascendente es, pues, un punto crucial, ya que las primeras impresiones suelen jugar un papel muy importante en nuestra realidad tridimensional. El Ascendente representa nuestro primer aliento, nuestra primera respiración y nuestras primeras impresiones del mundo y, por lo tanto, describe cómo esperamos encontrarlo y experimentarlo como, así mismo, también apunta a cómo nos vimos condicionados desde nuestros primeros instantes de vida a sentir el mundo.
También se refiere a menudo el Ascendente a “la máscara que llevamos” cuando nos relacionamos con otros y que, como tal, da color a la manera en que vemos nuestra realidad. Entonces, esta máscara tiene el potencial de cambiar cómo nos ven los demás, como así también lo tiene de cambiar cómo nosotros mismos vemos y percibimos el mundo.
Sin embargo, la verdad es que solemos pasar por alto esta cualidad transformadora que nos ofrece nuestro ángulo Ascendente y, muy a menudo, nos quedamos fijados a edad temprana en una serie de facetas cristalizadas, que hicimos funcionales para relacionarnos con el entorno y, así, garantizar nuestra supervivencia en la medida de lo posible.
Sin embargo, la realidad es que existen ( cuando menos) 3 niveles de poder en todos y cada uno de tus 4 Ángulos. Es decir, que hay 1 Nivel de Poder obvio y explicado, que trajiste preinstalado a este mundo y es el que estás usando ahora mismo tanto en tu Ascendente, como en tu Descendente, como en tu Fondo del Cielo, como en tu Mediocielo… Pero hay 2 Niveles más en cada uno de esos ángulos que están ahí, latentes, para que los descubras.
Si el Ascendente puede funcionar como una especie de máscara que cambia cómo nos ven los demás y cómo vemos el mundo, el Descendente muestra qué es lo que buscamos en otras personas al percibir, a causa de nuestras limitaciones, que ellos tienen cualidades de las que nosotros carecemos. De esa manera, es en función de nuestro estado vibratorio – que no mental – interno de carencia o de abundancia que atraemos tanto relaciones como recursos a nuestra vida.
Esto quiere decir, por consiguiente, que la abundancia y el poder que respiramos están determinados en todo momento por cómo de libre y des-condicionada es la relación personal que tenemos con cada uno de los 4 elementos y, en definitiva, con la totalidad del firmamento y de todas las estrellas en él…
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